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miércoles, 14 de julio de 2010

BLUES CON MUJER Y SUEÑOS

Ensoñación fotográfica: Antiqva




Aquella noche me llegué al café “Papillón” para tomar unas copas. Estaba acodado en la barra cuando ella llegó. Palomares, el regente del “Papillón”, es un viejo amigo. Es un tipo entrañable que ama el blues como solo los locos pueden amar algo. En su local siempre está sonando esa música triste, lo sé desde hace años y ese es el motivo de que un par de veces al mes termine arribando a su barra atraído por la certeza de que en alguna hora inconcreta de la noche, mientras mi cuerpo esté saboreando una copa de licor de café, mi alma tendrá ocasión de escuchar la voz, atormentada por el fuego, de Janis Joplin. Todos sabemos que en el “Papillón”, en algún momento, los blues de Janis Joplin arribarán de quien sabe donde para acompañar a nuestros sueños de alcohol y soledad.

La mujer se había sentado a mi lado en la barra. Escuché que le susurraba algo a Palomares. Este, tras asentir con un gesto de su mirada, se puso a preparar un “combinado”. Fue entonces cuando ella, con una voz que parecía salir de las brumas de algún olvidado reino, dijo algo que no fui capaz de entender:

-Siempre será mío ese hombre que una vez me amó y luego me abandonó… Nunca podrán sospechar los hombres que nos han amado y luego nos dejaron que su alma quedó atrapada en nuestras mentes y que serán siempre nuestros…

-¿Me has dicho algo…? –pregunté, tuteando, incapaz de entender las palabras que se habían escapado de sus labios-.

Abandonando por unos instantes el reino de las brumas, la mujer giró su cabeza y me habló:

-No, no… Posiblemente pensaba en voz alta… Hablaba sola…

-Buena costumbre esa de hablar a solas –afirmé sin mirarla-. Ya lo decía Machado: quien habla a solas, es que espera, algún día, hablar con Dios…

Ella me miró con el gesto de sorpresa de alguien que en la noche ha bebido demasiado y repara, de golpe, en una resplandeciente Luna llena que esta brillando en un firmamento sin nubes ni estrellas.

-Es cierto –volví a afirmar-, hablar consigo mismo es una costumbre sana. Yo suelo soñar conmigo por las noches, pero esta noche creo que soñaré contigo.

La mujer sacó un paquete de “Fortuna” de su bolso. Me ofreció, sin mirarme, un cigarrillo. Lo acepté.

-Creo –le dije- que me lo tendrás que encender… Es que si lo hago yo posiblemente me queme la camisa… Creo que me he pasado un poco con el licor de café.

La mujer se llevó a la boca el cigarrillo, lo encendió y nuevamente, sin mirarme, me lo volvió a ofrecer.

-Siempre me enamoro de las mujeres con las que sueño –proseguí hablando sin certeza alguna de que ella me escuchara-, de modo que si esta noche sueño contigo seguro que me enamoraré de ti.

Ella, que parecía padecer de sordera, no hizo ningún ademán que pudiera desvelar que su mente estaba viva. Para entonces fumaba un tercer cigarrillo y por sus venas ya corría el segundo de los “combinados” que Palomares le había preparado.

-Una vez –continué- conocí a alguien que escribía cuentos. Era un tipo extraño que cierta noche me confesó que siempre se enamoraba de las mujeres que creaba en sus cuentos. Desde entonces, influenciado por lo que el tipo me había dicho, a mi me pasa lo mismo, lo que ocurre es que como nunca he sido capaz de escribir nada, me enamoro de las mujeres con las que sueño.

Yo seguía hablando, pero la mujer me interrumpió:

-Cuando alguien se enamora siempre es así… Yo solo me enamoro de gentes soñadas o de personajes de fábula… Nunca conocí a alguien en el mundo real del que mereciera la pena enamorarse…

-Vaya –afirme, interrumpiéndola- pensaba que eras sorda.

Cuando tomé conciencia de que ella no me iba a responder, seguí hablando.

-En cierta ocasión, el tipo de los cuentos creó a cierta mujer llamada Alexia en uno de sus relatos. Al poco, el tipo se había enamorado de ella y durante varias noches tuvo sueños en los que vivía intensas emociones con esa mujer.

-La sorpresa del hombre –proseguí- fue que cierta mañana, cuando caminaba por la calle, se topó de golpe con ella. El hombre tomó así conciencia de que Alexia, la mujer de su cuento, la mujer de sus sueños, la mujer de la que estaba enamorado, tenía una existencia real, era alguien de carne y hueso… La mujer latía… Aquel día el tipo decidió seguirla y pronto supo donde vivía. En el buzón de su casa pudo leer que se llamaba Alexia… Alexia Santarén… Durante meses la siguió y terminó sabiendo más de ella que de cualquier otra persona que por aquellos tiempos pudiera estar viva. Creo que fue en esos días cuando nuestro hombre empezó a enloquecer.

-Tuvo que pasar algo más de un año –seguí hablando-, para que el tipo tomara conciencia de que estaba dejando de soñar con Alexia. Pronto también reparó en que a partir de ese momento nunca más la había vuelto a ver en la calle. Incluso preguntó a los vecinos de la casa donde vivía y todos coincidieron en que Alexia parecía haberse esfumado. Nadie sabía nada de ella. Un día, al fin, el tipo llegó a la conclusión de que la mujer había dejado de tener una existencia real. Alexia había dejado de existir. El hombre llegó a pensar que ella, posiblemente, había quedado atrapada en sus sueños y era incapaz de salir de ellos ya que él había dejado de soñarla.

-Fue entonces cuando tomó la decisión de seguir escribiendo cuentos en los que la protagonista fuese Alexia. Dado que ya no le resultaba posible soñar con ella, pensó que mientras siguiera figurando en sus cuentos ella seguiría, de algún modo, viviendo. Poco a poco, el tipo fue enloqueciendo más y más. Empezó a decir a la gente con la que se cruzaba que nunca más podría soñar con una tal Alexia, la mujer que él había creado, y que como consecuencia de ello, la mujer nunca volvería a la vida. Había quedado atrapada, por su culpa, en el mundo de los sueños y los cuentos... Las gentes, asustadas al no entender de que les hablaba, comenzaron a rehuirle.

-Angustiado por la situación que había creado –proseguí- llegó un día, al fin, en que decidió que mataría a Alexia en un último cuento que habría de escribir. Quizás así, matándola en el mundo irreal, ella podría volver a la vida en el mundo real. Fue entonces, en aquellos tiempos en que él estaba madurando el cuento criminal cuando los vecinos, alertados por la creciente demencia del tipo, lo denunciaron a las autoridades sanitarias y el hombre fue ingresado en el Hospital Psiquiátrico Central. Dicen que todavía sigue allí.

Volví mi cabeza para ver si la mujer del “Papillón” seguía a mi lado. Ella, ajena a mis palabras, fumaba el último de sus cigarrillos. Pidió la cuenta a Palomares, la pagó y se alzó penosamente del taburete en el que estaba sentada. Después comenzó a caminar en dirección a la puerta.

-Sabes –le dije- esta noche soñaré contigo, y me enamoraré de ti. Quizá quedes también atrapada en el mundo de mis sueños. Quizá nunca vuelvas al mundo real…

-No te preocupes –fue su respuesta-.

-Por cierto –me dijo mientras atravesaba la puerta-, me llamo Alexia Santarén. Tenlo en cuenta para tu sueño. Quizá soñándome me hagas vivir…

Quise decir algo pero un contratiempo me lo impidió. El cigarrillo que me estaba fumando, el cuarto que ella me había ofrecido esa noche, se había soltado de mis dedos y las ascuas saltarinas estaban quemando mi camisa.

-Menuda me espera –farfullé, mientras me sacudía las ascuas- cuando mi mujer me vea así…

Para entonces Alexia Santarén había desaparecido.

lunes, 12 de julio de 2010

PAPILLÓN BLUES

Ensoñación fotográfica: Antiqva




Aquella noche me llegué al café “Papillón” para tomar unas copas. Estaba acodado en la barra cuando ella llegó. Palomares, el regente del “Papillón”, es un viejo amigo. Es un tipo entrañable que ama el blues como solo los locos pueden amar algo. En su local siempre está sonando esa música triste, lo sé desde hace años y ese es el motivo de que un par de veces al mes termine arribando a su barra atraído por la certeza de que en alguna hora inconcreta de la noche, mientras mi cuerpo esté saboreando una copa de licor de café, mi alma tendrá ocasión de escuchar la voz, atormentada por el fuego, de Janis Joplin. Todos sabemos que en el “Papillón”, en algún momento, los blues de Janis Joplin arribarán de quien sabe donde para acompañar a nuestros sueños de alcohol y soledad.

La mujer se había sentado a mi lado en la barra...






jueves, 8 de julio de 2010

CUENTO DE CARNAVAL

Imagen: Antiqva




Nadie se extrañó cuando el chamán, enloquecido por el odio, lanzó su maldición contra la niña Chole y su hija…

En aquel rincón de las Tierras Calientes del Orinoco las mujeres, antes de cohabitar con los hombres, debían ser iniciadas por el brujo. En aquella noche sin Luna, sin embargo, la enfebrecida Chole, sin haber sido antes instruida, había amado como hombre a Hijo de Jaguar. El misterio inmenso del tabú había sido quebrantado.

Nueve meses después Chole alumbró a una niña de piel oscura cuyos ojos de gato llamaron la atención de todos. A la mañana siguiente ella, llorando, acudió ante mí… Sabía el destino que esperaba a su hija y pedía mi ayuda.

-Padre Pierre –me dijo el cacique- ocúpese de sus cosas y déjenos a nosotros con las nuestras… Todos sabemos que la ley exige que esa niña sea degollada antes de que el sol salga por tercera vez…

Invocando otras leyes más elevadas de Jesucristo, a quien yo representaba en aquellas tierras, rogué al cacique que respetara la vida de la recién nacida. Aquella noche él hizo reunir al consejo de ancianos y los hombres sabios, a pesar del recelo que corroía sus sangres, decidieron permitir que la hija de Chole viviera… Se sintieron, sin duda, forzados por mi petición. El brujo, impregnado de odio, nunca pudo entender que los hombres hubieron decidido quebrantar sus leyes sagradas.

Escuchando los gritos frenéticos del chamán no pude dormir aquella noche… El hombre, enloquecido, lanzaba una y otra vez su maldición a los cuatro vientos de la selva…


Mascarada
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Desde entonces han pasado más de quince años. Hace ahora siete que dejé atrás Tierras Calientes y hoy, retirado de la misión, vivo en la quietud de la casa de sacerdotes ancianos de San Cristóbal. Fue anoche, mientras ojeaba el “Noticiario”, antes de la cena, cuando leí la noticia:

“Extraño suceso de sangre en la ciudad - Ayer, durante la celebración del carnaval, cuando se estaba realizando el tradicional concurso de máscaras en el palacio de los Quintos, una mujer joven, disfrazada de jaguar, atacó a las personas que cantaban y bailaban en el patio. En un acto inusual de fiereza, la mujer –a dentelladas- acabó con la vida de dos personas y dejó gravemente heridas a otras tres.

Los agentes policiales que acudieron al lugar, que fueron agredidos igualmente por la mujer fiera, hubieron de reducirla a balazos. Al poco, ya en la morgue, los intentos de quitarle la piel de jaguar que la recubría resultaron infructuosos. Dicen que alguien la habría pegado a su cuerpo con algún desconocido mejunje de indios, de modo que no hubo modo de despegarla. Parece que la madre de la mujer, alguien que se hace llamar niña Chole, habría reclamado entre lágrimas el cuerpo de su hija. Reina la extrañeza en la ciudad ante lo inusual del suceso.”

Mientras leía la noticia, mi cuerpo temblaba… Paulatinamente había ido tomando conciencia de que la maldición del viejo chamán, tantos años después, se había materializado.



martes, 6 de julio de 2010

JANIS JOPLIN

Janis Joplin nació en Texas en 1943. Con 16 años frecuentaba los bares "de negros" de Lousiana y en 1967 llamó la atención de las gentes en el festival de Monterey. Supo aunar el rock, el soul y el blues como nunca antes lo había hecho una mujer blanca. Murió en 1970 de sobredosis de drogas. Poco antes habría de decir: "Hago el amor con 25.000 personas cuando estoy en el escenario, pero luego vuelvo sola a casa..."

"Turtle blues" es una de sus creaciones que mas nos han atraido... Reparad en la voz de Janis y en los acompañamientos instrumentales...

lunes, 5 de julio de 2010

DE LAS AUSENCIAS

Ensoñación fotográfica: Antiqva



Lejos un trino.
El ruiseñor no sabe
que te consuela.


La vasta noche
no es ahora otra cosa
que una fragancia.


¿Es o no es
el sueño que olvidé
antes del alba?





Sé que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. Ilión fue, pero Ilión perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.

Jorge Luis Borges (Posesión del ayer).