Este fin de semana se ha celebrado en Córdoba un mercado de tipo popular, ambientado en los tiempos de la Edad Media, en la plaza de la Corredera.
Dado que a ese mercado acuden cada año multitud de artesanos, músicos y danzarinas, Antiqva no dudó esta mañana en tomar su cámara digital y echarse a la calle. Le poseía el deseo de captar alguna imagen que pudiera resultar razonablemente bella.
En esas estábamos cuando en cierto momento, mientras paseábamos por la plaza con la mirada en estado de alerta intentando identificar algún detalle interesante, reparamos en un tipo que disfrazado de azul y caminando sobre unos zancos inmensos despertaba alaridos de alegría entre el público que lo seguía. Antiqva, de inmediato, se unió a la multitud e intentó acercarse lo más posible al personaje, confiando en poder tomar alguna imagen de él. Resultó ser un mago.
Pronto pudimos darnos cuenta de que si el mago era un objetivo interesante para nosotros no lo era menos para otro fotógrafo, de aspecto claramente más profesional que Antiqva, que previsto de una buena cámara no cesaba de disparar a nuestro personaje. Fue entonces cuando Antiqva, tomando conciencia de que no podría competir con ese fotógrafo, al que el mago prestaba toda su atención -maldita sea, a mi no me hacía ni caso- se colocó ante los dos e intentó inmortalizar ese momento en que nuestro competidor estaba tomando sus fotografías.
En ese momento fue cuando se produjo el prodigio… Del mago, que portaba una bola en la uno podía apreciar que se reflejaban otros mundos bellísimos, empezaron a surgir pompas de jabón, y además –por si lo anterior fuera poco- una mujer situada justo al lado de la bola, adoptaba un sugerente gesto de sonrisa y ensoñación.
El resultado de esa acumulación de casualidades, tan prodigiosas como inesperadas para uno, es esa imagen que acompaña estas palabras, imagen que –sinceramente- a uno le encanta… Solamente lamento no conocer al fotógrafo competidor, ya que me hubiera gustado enviarle una copia de la fotografía.